El Barroco

Del XVII es significativa la referencia a Villarroya de J. Bautista Labaña que recorre el reino de Aragón en 1610, dando buena cuenta de su población, descripción del término y lugares, floreciente economía, actividades y manufacturas que se producen, etc.

Se lleva a cabo el edificio del actual Ayuntamiento como sede del concejo, construido o remodelado sobre otras edificaciones anteriores probablemente destinadas a ese mismo fin.

En la Iglesia Parroquial se amplían las capillas en el lado de la epístola, conformando a costa de las anteriores una segunda nave. La más representativa es la dedicada a la Virgen de la Sierra, si bien su camarín y decoración interior es típicamente de rocalla dieciochesca.

Así mismo serían de este período barroco, con claro carácter gremial, las desaparecidas ermitas en los alrededores: San Bartolomé sobre el monte de las eras, San Blas en el actual cementerio, y San Sebastián al otro lado del Ribota, en el pinar encima de la estación del ferrocarril.
     
Y la renovación de las viviendas de la burguesía acomodada y nobleza local, que se adecuan a los gustos de la época dotándolas de una mayor amplitud y representatividad con ejemplos a lo largo de ambas calles Reales.

El siglo XVII termina con el final de la Casa de Austria, comenzando a reinar en 1700, Felipe V de Borbón en medio de la llamada guerra de Sucesión, en la cual, Villarroya, al contrario que Aragón y la propia Comunidad de Calatayud a la que pertenecía, se decantó por este monarca frente a las pretensiones del Archiduque Carlos de Austria, lo que le supuso por estar a favor del ganador de la contienda a partir de 1708 -entre otros- el privilegio de pasar a ser villa con jurisdicción independiente de la citada Comunidad de Calatayud, un día de feria semanal, exención de quintas, etc., además del título de “Muy Leal”.

En este siglo XVIII, de regeneración económica por la nueva administración borbónica frente a la decadencia anterior, el municipio tendría más o menos la configuración actual sin las construcciones en la margen hacia el río de la actual carretera o antiguo camino de la Tajada, destinada a huertos, remodelándose al gusto de la época y con un claro sentido higienista edificios anteriores, los cuales alcanzan la altura y configuración de hoy día, generalizándose el uso del balcón frente a los ventanales y ventanucos anteriores, el “solanar” al Sur sobre las cubiertas, etc.

En el conjunto destaca la denominada “Casa Grande”, construida en 1786 por los infanzones Joaquín Lascuevas y Ana María Campillo, que organiza su planta alrededor de una amplia escalera de tipo imperial rematada por linterna, presentando una espléndida y expresiva fachada tardobarroca en ladrillo sobre la entonces plaza Nueva o paseo configurado a la moda, sirviendo de telón de fondo de la escenografía urbana en una de las zonas más representativas de la población.

Se puede decir que en esta época se consolidan o arrancan los referentes actuales de los modos de vida, relación y tradiciones que conocemos: organización civil, cofradías, ferias y festejos, celebraciones, romerías, etc.